LACTANCIA

Por qué la leche materna es estándar de oro

By: Michael Roizen, MD

diciembre 1, 2016

Cuando su bebé nace, no hay duda de dónde proviene su primera comida. No nos planteamos “vamos a la sección de comida para bebés”, ni pedimos a neonatología una porción para niños de lo mein con fideos de calabacín ni de salmón a la parrilla (porciones para neonatos, por favor), ni esperamos encontrar una ración para bebés de la receta secreta de asado de la abuela. Tiene dos opciones: alimentarla con la leche de sus pechos o, si esto no fuera posible por razones físicas o en caso de adopción, con leche de fórmula (esto es, de polvos que se añaden al agua). Yo creo firmemente que la lactancia es la mejor forma de alimentar a un bebé.

La primera comida del bebé

El cuerpo sabe exactamente lo que necesita su bebé y elabora el mejor cóctel posible en forma de leche materna, que contiene proteínas, grasas saludables, azúcar, vitaminas, minerales y algunos elementos de protección inmune. La leche materna ayudará al bebé a crecer y a disfrutar de buena salud. Lo más alucinante es que la composición cambia a medida que el bebé crece, adaptándose a las necesidades en constante evolución.

Y sí, hay pruebas claras de que la leche materna ayuda a protegerse de las infecciones, las alergias, el asma y muchas otras enfermedades. Si esto no es razón suficiente para decidirse a amamantar, piense que le estará dando a su bebé —y quitándose de la cintura— 500 calorías al día.

La leche materna se forma cuando está embarazada; las hormonas estrógeno y prolactina hacen que las glándulas mamarias y los conductos de los senos aumenten de tamaño. Las glándulas es donde se produce la leche y los ductos lactíferos son los tubos que llevan la leche desde dichas glándulas a los pezones. Hacia el final del embarazo, su cuerpo forma una sustancia llamada calostro, una crema amarillenta llena de proteínas, vitaminas, minerales y anticuerpos para luchar contra infecciones. El calostro basta para alimentar al recién nacido hasta que pasen un par de días después del parto; en la mayoría de los casos, la leche lo sustituye y de repente nos despertamos con los pechos hinchados. Cuando sube la leche, los pechos producen en un principio mucho más de lo que el bebé necesita o es capaz de asimilar. A medida que las hormonas se ajusten y el bebé establezca una pauta de comidas, irá produciendo la cantidad de leche que el bebé necesita.

Haga orden en su alimentación

Lo más importante que hay que recordar acerca de la lactancia es que no solo le estará pasando al bebé todos los nutrientes que necesita, sino también otros que puede no necesitar, cortesía de las comidas y bebidas que usted consuma. Por eso es crucial hacer orden en su alimentación. Para una nutrición óptima, siga tomando las vitaminas prenatales y asegúrese de ingerir una cantidad suficiente de los nutrientes siguientes, que se consideran especialmente beneficiosos para la salud del bebé, ya que también mejoran la calidad de la leche materna:

  • Proteína: dos o tres raciones al día de carne de ave sin piel (sin pesticidas, etc.), marisco (nada de pescado de fondo o de pequeño tamaño; piense a lo grande, por ejemplo salmón, trucha o lampuga, incluso en lata), claras de huevo (por esta vez, los huevos enteros también van bien), lácteos semidesnatados y soja. La proteína del pescado es extremadamente sana, pero debe limitar el marisco a dos o tres raciones semanales para evitar un posible consumo excesivo de mercurio y otros oligoelementos. El salmón y la trucha son grandes fuentes de ácidos grasos omega-3 DHA y de EPA.
  • Calcio: 1300 mg al día de suplementos, productos lácteos semidesnatados y alimentos enriquecidos con calcio como zumo de naranja, zumo de soja, tofu, brécol, espinacas, sardinas, alubias, semillas de ajonjolí y naranjas. No tome más de 600 mg en un periodo de menos de dos horas, ya que es el máximo que el cuerpo puede absorber cada vez, ya sea procedente de la comida o de un suplemento. Nota: no tome suplementos de calcio si padece insuficiencia renal.
  • Hierro: 20 mg al día de carne de ave, marisco, alubias, fruta y yemas de huevo. A menudo las multivitaminas incluyen más que esta cantidad; no hay problema durante el embarazo, la lactancia o la menstruación.
  • DHA (ácido docosahexaenoico —un ácido graso esencial— u omega-3): esto es fundamental porque queremos tener una gran cabeza y que nuestro bebé también tenga esta ventaja. Más del 50 % del cerebro consiste en grasa y más del 50 % es DHA. Se ha demostrado que esta grasa es clave en el desarrollo mental, pero especialmente en el de la vista y el procesamiento visual. Como mínimo, las mamás deberían ingerir 600 mg al día. El procedente de algas, que está disponible en muchas farmacias, es ideal porque no tiene los contaminantes presentes en el océano y que pueden preocuparnos durante el embarazo y la lactancia; además se toma muy bien por su presentación en grageas.
  • ARA (ácido araquidónico —otro ácido graso esencial— u omega-6): el ARA está presente de forma natural en la leche materna y diversos estudios científicos han demostrado que desempeña un papel clave en la manifestación de inflamaciones y en la función inmune; su defecto también redunda en un crecimiento menor, en problemas de fertilidad y en anormalidades en hígado, piel y pelo. Asegúrese de que la leche de fórmula lo contenga si no va a alimentar a su bebé exclusivamente con leche materna.
  • Vitamina C: 800 mg al día de cítricos, pimientos rojos o brécol.

Sobre todo, márquese el objetivo de llevar una dieta saludable y equilibrada, y de beber mucho líquido. Creo que es mejor tomar cinco o seis comidas pequeñas a lo largo del día que tres grandes. También recomiendo que evite los alimentos picantes o que provoquen gases, así como las bebidas con cafeína y el alcohol.

La leche materna tiene muchas ventajas para la salud, por eso los profesionales sanitarios la defienden tan apasionadamente, pero eso no significa que sea la única opción como primeras comidas. Algunas mujeres tienen trabajos que no les permiten amamantar o extraerse la leche tan a menudo como necesitan; otras están tomando medicación o padecen alguna enfermedad que les obliga a descartar la lactancia; algunas madres de gemelos se ven superadas por el proceso. No debería amamantar si tiene una infección seria, si fuma o si consume drogas ilegales. Mi recomendación en materia de leches de fórmula: mejor una basada en la leche de vaca que las de proteína de soja, ya que la leche de vaca es la más parecida a la humana. Lea la etiqueta para encontrar una con una alta concentración de DHA vegetal y con ARA.

Suplementos vitamínicos

Si está amamantando, e incluso si todavía está tomando el suplemento prenatal con DHA (lo cual recomiendo encarecidamente, como hemos visto anteriormente), tome un suplemento de multivitaminas. Consulte con el pediatra la correcta cantidad para su bebé. Este preparado multivitaminas es importante porque muchos bebés tienen deficiencia de vitamina D3, lo que los pone en peligro de padecer raquitismo. La leche materna no tiene vitamina D3 y los bebés no deben exponerse directamente a la luz del sol, que son las únicas maneras de conseguirla.

Resumiendo: el pecho es lo mejor. Las hormonas de mamá estimulan su cuerpo para que produzca leche. La perfecta comida natural (si se alimenta bien, lea los apartados anteriores) es la leche materna, porque aporta al bebé todos los nutrientes que necesita al comienzo de su vida. Si sigue amamantando después de que el bebé cumpla los seis meses, tendrá que suplementar con proteína extra para satisfacer sus necesidades de crecimiento.

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